martes, 28 de octubre de 2025

BRATISLAVA (9)


No sé cuántas veces he esperado tu regreso.

Al principio, para abrazarte; tiempo después, para reprocharte; y, al final de la etapa, para poder darte todo mi rechazo.

Esto último, dentro de una fantasía irreal, similar a una escena porno, pero con más desamor.


Lo jodido es que, cuando por fin lo has hecho, ya no te esperaba.

Y no tengo abrazos, ni reproches, ni fantasías donde negarte sea similar a un orgasmo infinito.

Mi pose ensayada de indiferencia ha perdido la guerra ante la tremenda sorpresa de verte de nuevo.

Así que lo que ha ocurrido ha sido un frío que me ha recorrido por fuera y un calor que me ha invadido por dentro.

Como si hubieras traído el invierno y, a su vez, anclado el verano.


Lo que no he dejado al azar es poder ser yo quien baraje las cartas.

No quiero trucos.

Sé de los ases de ventaja que tienes por pechos, de las reinas que guardas en los ojos, tréboles en el vientre, diamantes en la sonrisa.

Sé que el rey se ha corrido pensando en ti.

Que has roto tantos corazones, que juegas solamente con tres palos.


Así que, dentro de esta enorme desventaja, merezco ser yo quien reparta las cartas.

Que, mientras me tiemblan las manos, la incertidumbre sea mutua.

Que, aunque jamás te mentí, me permita un farol.

Que, cuando las cartas queden boca arriba, no nos haga falta mirar a la mesa para saber quién ganó.

Que lo hagamos a los ojos y, de repente, sepamos que perdimos los dos.


Y luego no haya abrazos, ni reproches, ni rechazos.

Solo un adiós infinito.

Y será mejor que un orgasmo.



lunes, 13 de octubre de 2025

BRATISLAVA (8)


—Sabes que si te dice que no, yo no me quedaré contigo.

—Lo sé. De hecho, yo tampoco lo haría. ¿Pero y si me dice que sí?

—Si te dice que sí pero me eliges a mí, estaremos juntos para siempre.

—“Siempre” suena a demasiado tiempo.

—¿Por qué quieres volver a ganar?

—No se trata de eso.

—Hagas lo que hagas, le vas a joder la vida. Todo me resulta demasiado cruel.

—Nadie te pidió que vinieras.

—Lo único que quiero es comprenderlo. Desde mi punto de vista, es una batalla que tienes contra el pasado. Como si necesitaras volver a ser aquella que fuiste. Una simple cuestión de ego. Que aún te quiera no te hará más guapa. Y, sobre todo, no te hará más joven.

—Lo sé. Pero me hará feliz.


lunes, 6 de octubre de 2025

BRATISLAVA (7)

A las dos de la mañana me escribió Julio. Un amigo taxista.

—No acertarías ni en tres vidas a quién acabo de dejar en el hotel.
—Al diablo —respondí.
—Es posible —respondió—. Si existiera, no se me ocurriría mejor disfraz que el de ella misma.



Te he imaginado follando, vomitando estrellas, cambiando la decoración de un dormitorio que nunca estuvo tan orgulloso de tener espejos. Abriendo las piernas hasta que el universo te ha lamido los muslos y has sudado de risa, has crujido de sexo y has temblado de música. Y siempre, absolutamente siempre, has pensado en mi nombre.



La frase más repetida de papá, sobre todo cuando era un momento donde la duda lo albergaba todo, o los caminos se cruzaban de tal modo que eras incapaz de decidirte por uno, era la siguiente: “La vida es ahora”.



Haga lo que haga, voy a errar. Irene no se merece que existas, yo no me merezco su boca y tú no te mereces la duda. Tengo claro qué es lo que debería hacer, pero lo que debo no es lo que quiero. Entre la infidelidad a ella o a mí mismo, hay un bosque de incertidumbre. La nostalgia tala los árboles para que te encuentre, el miedo riega las plantas para que te pierdas.



Desde fuera, el hotel no parece tenerte dentro. Todo está en calma, como una orilla en invierno. La recepcionista tiene que mirar el libro para hallar tu nombre. Parece que tus caderas no se han movido lo suficiente esta vez para que la memoria le gane el pulso al olvido. En el sobre que le dejo hay una nota escueta pero directa:

Hoy, 19:00.
Donde siempre. Donde nunca.

Ojalá no vengas, pienso. Ojalá aparezcas. Quiero.

lunes, 8 de septiembre de 2025

BRATISLAVA (6)

Recuerdo con una precisión absoluta la primera vez que te dije “te quiero”. Te quedaste callado, sin emoción. Luego dijiste:

“Es gratificante que me quieras. Pero lo que importa es que te quieras. Que digas mirándome a los ojos ‘me quiero’. Es que lo estoy haciendo bien”.

Así que ahora no me odies, ni me culpes por aparecer de nuevo. Yo solo vine a quererme.



Los anclajes son aburridos; la posibilidad del naufragio es lo que le da valor a las islas. Yo soy una isla. Siempre lo he sido. Pero una vez me habitas, se pierde el mayor aliciente. Por eso siempre el naufragio, por eso nunca el timón, por eso traigo las olas.



Él se llama Víctor. Es más guapo que tú. Tiene mejor trabajo. Sabe estar en multitudes. Le gusta la playa. No se queda mirando llover como si detrás del cristal hubiera una película. Sabe bailar. No tengo quejas en el sexo. Sin embargo, no me siento vulnerable. No hay abismo. Detrás del precipicio hay un colchón de plumas. Todo el vértigo depende de mis tacones. Sé que puede resultar masoquista que prefiera que me hagan pedazos y se sienten conmigo a juntar los trozos, antes que esta carencia absurda de heridas. Pero yo quiero mis alas. Y que nadie me diga “cuidado con la piedra”. Porque necesito caer. Porque no puedo creerme el amor si no me duele.



Voy a estar aquí tres días. De hecho, me quedan sesenta y cinco horas, y solo necesito un movimiento de tu parte. Si no lo hay, entenderé que es tarde. Si lo haces, por leve que sea, yo haré el siguiente. Espero que recuerdes lo que una vez te dije: cuando todo te parezca un laberinto, olvídate de la salida. Búscame a mí. Te juro que esta vez te estoy esperando.

lunes, 1 de septiembre de 2025

BRATISLAVA (5)


Recuerdo tu afición a regalarme libros. En todos, en la segunda página, colocabas una dedicatoria. Algunas se me quedaban bailando en la cabeza durante días. Otras aún lo hacen. De hecho, al verte, una de ellas me ha apuñalado por la espalda:


“Cuando yo digo siempre, es siempre. Aunque haya momentos en los que te parecerá que ya nunca.

Y contigo es siempre.

SIEMPRE.

No lo olvides.”



Que hayas elegido tacones ahora que hay alergia a la melodía. Que prefieras el azul para confundirme de orilla. Que decidas pelo suelto, como si prefirieras atar el futuro. Que luzcas escote para también tener ojos en las tetas. Que sonrías al verme como si yo fuera el culpable. Y que esté aquí como una idiota esperando la condena. Solo se le ocurriría al diablo. Es estúpido, pero me alegro de que aún hagas bien tu trabajo.




Ariadna se fue porque decía tu nombre en sueños. Con Irene fui más sutil, y a mi bendita madre le puse tu nombre.

“Debías quererla mucho”, me dijo Irene alguna mañana.

El problema de soñar contigo siempre ha sido el despertar.

Por eso dime: ¿a qué jodida hora, esta vez, has puesto la alarma?




En el parque donde aprendí a besarte hay ahora una carretera que sirve de atajo para llegar antes al pueblo. Como si alguien, alguna vez, hubiera tenido prisa por llegar aquí. Siempre he maldecido los atajos, porque interrumpen la belleza del camino. Y ahora, sin embargo, cogería todos los atajos que hubiera en mi vida solo por volver a verte.




La duda es lícita. La duda es lógica. La duda, me atrevo a decir, es incluso obligatoria. Seguramente hallarás quien te diga que el amor es la ausencia de dudas. Pero la ausencia de dudas no es amor, es ignorancia. El amor es que, a pesar de las dudas, tú siempre acabes diciendo su nombre.

Por eso ahora, por favor, disculpad mi silencio.



lunes, 4 de agosto de 2025

BRATISLAVA (4)


 Espero que recuerdes que no creo en las casualidades. Que lo del destino me parece una total falta de coherencia. Que si he cenado aquí (sigues teniendo un gusto pésimo) es porque sabía que te encontraría. Que estás en esa etapa de cena y polvo. Aunque me temo que hoy estás castigado sin lo último. Y te va a parecer cruel, pero me alegro.


Entiendo el enfado de tu acompañante. Los celos son miedo e inseguridad. Yo nunca los tuve contigo, porque estaba segura de que no me dejarías. Tú sí sabías que yo me acabaría marchando. Tu miedo no era cuándo, sino a dónde. El de ella, el de tu chica, no es ni dónde, ni cuándo, sino con quién. Y hoy, de repente, lo ha descubierto.


 Budapest sin ti fue terrible. Dicen que al lugar donde fuiste feliz no deberías tratar de volver. Yo pienso, sin embargo, que al lugar donde fuiste feliz no deberías haberte ido. Por eso estoy aquí. Porque estoy segura de que de ti no me fui nunca.


A menudo recuerdo cuando nos conocimos en aquel aeropuerto. Tú, con tu miedo a volar. Yo, con mi adicción al tropiezo. Después de abrazarte dijiste aquello de: “Ahora lo complicado será volver al suelo”. Sé que siempre he sido una herida. Pero también soy la única que puede curarte.


 Ahora no haré nada. Yo ya he movido mi pieza.Te toca a ti. Confío en que no vas a tardar mucho en colocar las manos en el tablero.Si decides lo contrario, aceptaré este estúpido empate. Creo que podré vivir con tu silencio.

Pero ¿y tú? 

¿Podrás vivir con la duda?






lunes, 30 de junio de 2025

BRATISLAVA (3)

 

Ahora te paseas por delante de mis ojos, con esa sonrisa de anuncio de helados, ese culo de adictos a la asfixia, esas piernas de mentira de Instagram. Querida he visto asesinatos con menos sangre. No puedes irte y quedarte. Abandonarme y pedir un rescate. Huir y atropellame. No puedes volver, sobre todo eso volver. Cuando nunca te has ido.


Recuerdo que cuando papá te vio por primera vez dijo. La primavera no cabe en una maceta. Ten cuidado hijo. La segunda, cuando te conoció un poco, afirmó. Hay expertos al volante que al final, se han matado en una recta. Al poco de irte, después de acariciarme la cabeza, soltó con rotundidad. Desde el principio fue un error, pero creeme jamás tendrás un acierto tan maravilloso.



Tú ojos vuelven a los mios cuando sales del baño. Luego se posan en Irene. Tú chico te espera, como si estuviera en blanco y negro. Irene me pregunta por ti. Opto por la verdad y le digo tú nombre. De repente ya no le apetece postre. Y yo tengo la sensación de habérmelo comido. Dos veces.



El problema de las preguntas, son las respuestas. Es algo básico, sin embargo no paramos de hacerlas. Elegimos la verdad, aunque no seamos capaces de soportarla. Y luego culpamos de la herida. Y es que puede sonar realmente estúpido, pero lo jodido de la verdad, es que no sea mentira de vez en cuando.



Nunca dijiste adiós. No hubo un portazo. Tampoco una nota en la nevera. Un mensaje en el teléfono. Una excusa absurda. Un solo motivo. Simplemente desapareciste. Como si hubieras muerto. Aunque siempre supe que estabas viva. Porque no sé puede morir aquello que no se olvida.